Un borracho consuetudinario llega a su casa alcoholizado, a pesar de la prohibición de su esposa de que pisara un bar.
- ¡Otra vez estuviste en el bar! —le reprocha la mujer.
- Te juro que no —se defiende el beodo.
La mujer le revisa la ropa y le encuentra una petaca.
- ¿Y esto?
- Es que pasé por la iglesia y el cura me dio una botellita de agua bendita.
La mujer destapa la petaca y la huele.
- Pero, ¡esto es vodka!
- ¿Vodka? ¡Milagro, milagro!
martes, 3 de noviembre de 2009 15:25
Vodka Milagroso
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